Leyenda del Cid Campeador

    El Cid Campeador - Español - - Leyenda Popular Española -
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    Leyenda del Cid Campeador


    El Cid Campeador

    - ¿Sabéis quién fue El Cid y en qué época vivió?- preguntó la maestra a la clase. Todos los niños callaron esperando escuchar una historia que sabían que sería super interesante, como todas las que contaba la profe de historia.

    Lo cierto es que el verdadero nombre de El Cid Campeador era Rodrigo Díaz de Vivar. Es de hecho uno de los grandes héroes de la historia de España, un caballero de Burgos que ayudó a los reyes castellanos y también a los musulmanes que vivieron en Zaragoza. Nació a mediados del siglo XI, en el año 1048, en la provincia de Burgos, en el pueblo de Vivar. Cuando era joven trabajó como ayudante del infante Sancho, que luego sería el rey Sancho II de Castilla. Durante ese tiempo aprendió a manejar varias armas, pero también a leer y a escribir. El Cid ayudó a Sancho a unificar el reino que su padre le había dejado a él y a sus hermanos y que estaba dividido. Por eso se le empezó a apodar Campeador. Porque quiere decir “guerrero en batallas a campo abierto”.
    Años más tarde de entrar a servir al rey Sancho II de Castilla, este sería asesinado y El Cid pasaría a trabajar para su hermano, Alfonso VI. Con este segundo rey, El Cid no se llevaba tan bien. Sobre todo porque siempre creyó que había tenido que ver con la muerte de su hermano para conseguir el trono. Aunque no eran amigos, el rey permitió a El Cid casarse con su sobrina. Se llamaba Jimena. De todos modos, la relación nunca terminó de ser amistosa y el rey Alfonso VI acabó desterrando a Rodrigo Díaz de Vivar. Entonces, El Cid empezó a busca a un nuevo señor al que servir, como hacían los caballeros en esa época. Al final se puso al servicio de los reyes musulmanes que vivían en Zaragoza. Eran Al-Muqtadir y su hijo Al-Mutamán. Tras ganar varias batallas para esos reyes, Rodrigo Díaz volvió a Zaragoza gritando “sidi sidi”. Quiere decir “mi señor” en árabe andalusí y por eso desde ese momento se le empezó a llamar El Cid.
    Años más tarde, Alfonso VI le perdonó y le regaló muchas tierras en Castilla. En realidad, la razón de ese perdón era que el rey necesitaba la ayuda del mejor guerrero de Castilla para echar a los musulmanes de Albarracín y Valencia. Después, El Cid tomó la decisión de que seguiría luchando, pero no al servicio de nadie, sino por su cuenta. Protegió la ciudad de Valencia y se convirtió en el hombre más poderoso de la zona oriental de la península ibérica. Murió en Valencia en 1099.



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